viernes, 30 de marzo de 2012

NUEVO FRAGMENTO DE "AÑO 2112. EL MUNDO DE GODAL"


CAPÍTULO XVI

El acusado

Marcado por el paso del tiempo y por la traumática constatación de la realidad que nos concede la experiencia, Godal se debatía en su ocaso entre los recuerdos que su existencia le había proporcionado. Curiosamente, y a pesar de su situación, aquel hombre esbozaba una leve sonrisa en su rostro cada vez que sus pensamientos lo hacían retroceder en el tiempo. Su mente, como si de un ángel de la guarda se tratara, se obstinaba continuamente en guardar en su regazo aquellos pequeños instantes en los cuales su vida se convirtió en algo bello y cautivador, imágenes pasadas que lo transportaban a un idílico edén terrenal en el cual él fue el protagonista. «Es curioso cómo nuestro propio e individual instinto de supervivencia insta a nuestro subconsciente a aferrarnos a la vida», decía, «pues si tuviésemos que ser objetivos y poner en la balanza todos los hechos acaecidos a lo largo de nuestra existencia, el duro peso de nuestros sinsabores superaría de largo los breves instantes de nuestra dicha pasada. Pero no, nuestro intelecto es capaz de aferrarse a un clavo ardiendo con tal de mantener intacto el frágil equilibrio que nos mantiene en pie. Es la eterna batalla que nos convierte en seres esperanzados a pesar de las adversidades, en seres capaces de luchar contra gigantes aunque seamos meras comparsas en un mundo incontrolable en donde el azar impone su ley sean cuales sean nuestros deseos. Somos un diminuto grano de arena en una inmensa playa, una inmensa y cautivadora playa que se nos ofrece llena de encantos, pero que a la vez se transforma en un laberinto de insospechados y latentes peligros. Y al tiempo que nuestros miedos nos invitan con sus temores a ser cautos, los instintos nos lanzan al descubrimiento de unos placeres que puedan por sí solos llenar nuestra mente de recuerdos y experiencias maravillosas con las que apaciguar esa falta de sensaciones cuando el sopor invade nuestra alma».

Y mientras todos estos pensamientos y palabras se agolpaban en su mente, Godal se autoconvencía de que los hombres somos seres valientes fruto de nuestra inexperiencia, pues si naciésemos sabedores de lo que nos espera, sin duda regresaríamos de inmediato al dulce y seguro calor del vientre de nuestra madre. Y entonces pensaba en ese equilibrio que todo lo mantiene, en ese abstracto sentimiento que puede transformar la realidad en irrealidad, lo absurdo en lógico, y lo soez en maravilloso. «Somos capaces de ver lo que no es, y de trasformar lo vulgar en bello con tal de mantener nuestra esperanza intacta ante el ataque voraz y continuo de la realidad. Así es…», volvía a decir, «queremos ignorar ese egoísmo que hace que los hombres se conviertan en seres potencialmente peligrosos, con tal de mentalizar a nuestro subconsciente de que siempre hay un camino libre de peligros y lleno de esperanza en el cual satisfacer nuestros incontrolables y puros deseos de supervivencia. Y es entonces cuando el intelecto juega a nuestro favor, reteniendo obstinada y premeditadamente en nuestro interior más profundo esos recuerdos que nos han convertido, de alguna manera, en seres dichosos y esperanzados en algunos momentos de nuestra vida», acababa diciéndose a sí mismo.

A través de su longeva existencia, Godal había visto de todo; miseria y opulencia, masacres espeluznantes y episodios de solidaridad que, paradójicamente, estaban protagonizados siempre por la misma especie, es decir, por la raza humana. Era evidente que el ser humano era capaz de erigirse en protagonista tanto de lo bueno como de lo malo, como si la antítesis de dichos actos formara parte más de la imaginación, que de la propia realidad. Se nos hacía creer que el hombre era bueno por naturaleza para ocultar nuestras propias miserias, para ocultar, en cierto modo, nuestros más bajos instintos y de esa forma poder apaciguar a esa invitada inesperada llamada conciencia. El viejo escritor, con su experiencia, sabía que el ser humano podía engañarse a sí mismo sin ningún tipo de rubor con tal de demostrarse que sus acciones no estaban basadas en la maldad…

ARTÍCULO "EL CONFLICTO DE MALI DESPLAZA A REFUGIADOS A BURKINA FASO"


Artículo-entrevista publicado en Bottup. Este es el enlace:

domingo, 25 de marzo de 2012

ARTÍCULO "PRIMAVERA, LA ESTACIÓN DEL DESPERTAR"


Artículo publicado en el periódico "Las Provincias". Para leerlo mejor podéis entrar en este enlace:

ENCUENTRO CON LOS ESTUDIANTES DEL COLEGIO "SAN CRISTÓBAL"


Fue un placer hablar de literatura con los estudiantes del colegio "San Cristóbal", los cuales habían leído previamente mi novela "La República dependiente de Mavisaj". Para ver el resto de imágenes deberéis entrar en este enlace:

ARTÍCULO "SINGAPUR: PARAÍSO FISCAL Y MEZCLA DE CULTURAS"


Artículo publicado en Bottup. Para leerlo deberéis entrar en este enlace:

FRAGMENTO DE "AÑO 2112. EL MUNDO DE GODAL"


CAPÍTULO XIV

Imágenes del pasado: otoño de 2062

La alfombra de tonos ocres que formaba la inmensa hojarasca acumulada hacía presentir un otoño gris y melancólico. Como cada año, con el fin del verano se restablecía el imperio de la monotonía, pues volvían los cortos y tenues días en los que el tímido sol empezaba a aletargarse como invadido por una invisible tristeza que lo empequeñecía y le robaba todo su esplendor. Las hojas caducas de los árboles abandonaban su antiguo hogar para convertirse en pasto de la tierra, una tierra humedecida por la fría escarcha de la madrugada que observaba entristecida la alegre vida que semanas atrás se había desarrollado en su superficie. Hasta las nubes, ésas que en verano son capaces de sonreír tras cada aguacero, se veían sin aparentes ganas de mostrar sus encantos, pues en el periodo otoñal solían estar acompañadas por un sinfín de rayos y truenos que atemorizaban al mundo con sus atronadores rugidos repletos de voracidad. Así era, el mundo empezaba a aletargarse en cuanto el sol decidía guardar su calor en espera de tiempos mejores, un tiempo pactado en el principio de los tiempos, que debía llegar de nuevo en cuanto el hombre deseara con todas sus fuerzas recuperar la cordialidad perdida después del paso del frío y duro invierno. Así pues, en aquel otoño del año 2062, la vida seguía agazapada como desde hacía siglos, como desde el principio de todo, esperando una simple oportunidad que la humanidad obstinadamente se resistía a concederle.

En aquel otoño hacía ya muchos años que el grupo de tres amigos había perdido el contacto, al menos en lo que se refería a Néstor y Godal. Este último había perdido también aquella ilusión que lo acompañó a lo largo de su juventud debido, posiblemente, a su falta de experiencia. Pero ya tenía cuarenta años, y precisamente su experiencia y sus vivencias ya no se limitaban a la simple teoría. Pudo comprobar con el paso de los lustros cómo el ser humano no era capaz de erradicar esa individualidad que lo convertía en egoísta, a la vez que en un ser estúpido e incapaz de llegar a entender plenamente lo que ese egoísmo deja tras de sí. La humanidad seguía como siempre, incapacitada para solucionar sus problemas y mostrándose abiertamente como un niño caprichoso y maleducado en espera de que alguien solucione sus propios desaguisados. Ya no sólo se trataba del eterno problema de insolidaridad que había dominado al mundo desde hacía miles de años, sino que en esta ocasión el caos iba a llegar para todos, incluso para los más pudientes y bien posicionados. El planeta se desangraba víctima del menosprecio a la naturaleza, una naturaleza herida de muerte a la que la mayor parte de la gente dio la espalda preocupada tan sólo por sus propios e individuales problemas. Pero lo que esas gentes no veían, pensaba Godal, era que cuanto peor estuviese el planeta, peores serían los problemas de la humanidad. La desertización de la Tierra había provocado…

MÁS NOTICIAS EN PRENSA SOBRE EL ENCUENTRO DE EXTREMADURA


Nota de prensa publicada en el periódico "Las Provincias" sobre el encuentro literario de Extremadura. Para leer mejor la noticia deberéis entrar en este enlace:

ARTICLE "LA MASCLETÀ"


Publicat al llibret de festes de la gaiata 11 (forn del pla):

LA MASCLETÀ

Han passat ja més de trenta anys, però encara tinc molt present cóm i de quina manera aquell regust a pólvora s’impregnava en cada pedra, en cada arbre i en cada un dels habitants de la meua ciutat, Castelló.

Avui en dia eixe regust a pólvora torna a estar present quan arriben les nostres festes, sobre tot en quan apleguem a la nostra setmana gran, “la Magdalena”: xiquets i xiquetes amb petits coets que fan esclatar tan prompte com acaba “el Pregó”, adolescents començant a tirar els seus primer masclets, i joves i no tan joves festers que al llarg de tota la setmana es passegen a primer hora del mati pels carrers de la ciutat donant lloc a la tradicional “despertà”.

Aleshores, i tenint en compte totes aquestes qüestions per poder entendre millor que eixa unió de la pólvora i la població és quasi total, el que fa que es convertisca en definitiva i que entre a formar part de les nostres tradicions més volgudes és eixe agermanament que es produeix entre la pólvora i la màgia per a crear així aquest art anomenat avui en dia “pirotècnia”.

Un art que per mitjà dels focs d’artifici és capaç de fer-nos somniar quan observem extasiats l’esclat de llum i passió que te lloc en cadascun dels castells de foc i mascletades que es celebren a les nostres terres.

En la actualitat, al nostre benvolgut Castelló, els castells de foc son disparats en diversos sectors de la ciutat, havent-se recuperat durant els darrers anys una tradició tan entranyable com és la nit del foc. I si com estic dient, els castells tenen lloc en diferents punts de la ciutat, la mascletà hui per hui s’ha instal·lat definitivament a l’espai que ocupa la plaça del Primer Molí i els seus voltants.

Però açò, com tantes altres coses a la vida, no ha segut sempre així, i per a què vostès puguen comprovar-ho, els convide a llegir aquesta petita historia on podran comprendre que encara que algunes petites coses poden canviar, el que ja no canviarà mai és eixe amor i passió que la gent d’aquestes terres sentim per les nostres tradicions i, d’una manera especial, per tot allò que simbolitza la pirotècnia en les nostres terres.

Així doncs, recorde que de la ma de mon pare, i amb poc més de set anys, vaig començar a gaudir d’aquells esclats de llum y soroll però, per damunt de tot, d’aquell subtil aroma a pólvora que es quedava suspès a l’ambient després de cada mascletà. No, no es pensen que jo era per aquell temps un xiquet molt valent i que no m’espantaven els atronadors coets que amb la seua potencia s’introduïen bruscament en els meus oïts, però es que aquella mena de sons estrepitosos, però a la vegada harmoniosos, van començar a provocar una sensació en el meu propi interior que tan sols les coses màgiques o quasi sobrenaturals poden provocar en un esser humà.

Així és, encara que aquelles primeres mascletades van provocar en mi por i un cert rebuig en un primer moment, ràpidament vaig començar a experimentar poc a poc una sensació que tan sols podria explicar, per a que així es puga entendre millor, com eixe primer rebuig que experimente el nostre cos quan tastem per primera vegada el vi o la cervesa però que no obstant tan prompte el nostre paladar s’acostume a eixe sabor, el temps fa que cada vegada pugem apreciar més profundament les seues virtuts i tot allò que és capaç de transmetre als nostres sentits.

En efecte, la mascletà es un tipus d’art que, amb el pas del temps, et va atrapant poc a poc fins que acabes per paladejar-lo plenament, al temps que gaudeixes d’ell d’una manera meravellosa i difícilment explicable si concretament es dona el cas en que has tingut la sort de viure’l des de la teua més tendra infància.

Aquella primera mascletà la vaig presenciar, com ja he dit abans, de la mà de mon pare en la avinguda del Rei, just enfront del Institut Ribalta. I també va ser allí, davant de l’institut, on d’adolescent vaig continuar presenciant, llavors ja amb els meus amics, totes i cada una de les mascletades que es van produir durant aquella etapa de la meua vida.

Evidentment, també acudíem a contemplar l’esclat del coets dels castells de focs en aquelles nits magdaleneres de principis dels anys 80 en les que la nit del foc es convertia en un veritable esdeveniment. Era tot un espectacle contemplar no sols la llum que provocaven el focs artificials en la foscor del cel, sinó també observar els milers i milers de persones que seguien l’itinerari de la nit com si formara part d’un màgic i harmoniós ritual.

Però tot i això, el que a mi particularment més m’emocionava era escoltar en viu i en directe aquells quatre o cinc minuts de mascletà que cada dia tenia lloc davant l’institut on estudiava. I recorde també que ara no és com abans, donat que actualment les mesures de seguretat fan que, lògicament, l’espectacle es tingue que observar a certa distància. Però en aquells temps no, doncs si un mateix volia, podia contemplar a tan sols un metre l’esclat del coets i carcasses que quasi podia tocar amb les pròpies mans. I just després, immediatament a continuació d’aquell comportament un poc delirant per observar l’esclat de les carcasses a tan poca distancia, recorde que em fascinava recórrer l’espai que havien ocupat les carcasses per així poder respirar l’olor a pólvora que desprenien els ferros, encara calents, que havien resguardat aquella pólvora abans de ser utilitzada.

Però com no pot ser d’una altra manera, els anys anaven passant i temps després la mascletà es va desplaçar, al menys la que inaugurava les festes, a l’espai que ocupa la Plaça Maria Agustina al caliu del ficus centenari. Però aleshores jo ja no anava de la mà de mon pare ni en companyia dels meus amics, sinó acompanyat per la meua nova família mentre la meu filla s’aferrava a la meua mà per a contemplar la seua primera mascletà en directe. Sí, segur que en aquella ocasió pot ser va tindre un poc de por al sentir aquells esclats, tal i com jo mateix vaig experimentar de la mà de mon pare anys enrere, però també els puc dir que avui en dia la meu filla s’ha convertit, probablement fins i tot més que jo, en una vertadera apassionada de la mascletà i de tot allò que esta simbolitze per a la gent que ens em criat en aquesta terra.

Perquè la mascletà és molt més que sentir l’esclat del coets o notar cóm tremola la terra, ja que aquest acte és en realitat com una mena de concert tan sols apte per a oïts experts o, fins i tot, apte també per a totes aquelles persones que fan un petit esforç per comprendre les tradicions i arrels d’un poble en concret, que en aquest cas es el nostre. Un poble a més a més capaç de gaudir de la pólvora d’una manera totalment pacífica i on l’estridència dels atronadors masclets es converteix màgicament en un concert melòdic i harmoniós en el qual tots aquells que s’ho proposen gaudiran igualment d’eixe art en el que el soroll es transforma en música gràcies a la sincronització i a la professionalitat del pirotècnic o, millor dit, del mestre coeter. Sí, la mascletà és capaç per sí sola de crear, per mitjà d’unes explosions sincronitzades, una bellesa sense igual donat que des de una singular estridència pot, sens dubte, crear art del bo gràcies a la sapiència d’eixe mestre coeter .

Bé dons, com hauran pogut observar, tot açò que els he contat son records, records d’infantesa, d’adolescència i de joventut que, al igual que molts de vostès, puc recordar gràcies a tot allò que la pirotècnia ha fet per la nostra festa.

Però fins i tot, diria que no son simplement records, donat que amb les noves generacions esta tradició s’està mantenint per a d’eixa manera continuar gaudint, avui en dia, d’una pólvora i d’uns esclats de llum i soroll que res tenen a vore amb la violència de les bombes i sí en canvi amb la germanor d’un poble que gaudeix de les seues festes i tradicions en ple carrer i al caliu d’una pólvora pacifica que simbolitza l’harmonia front a la barbàrie d’uns altres que no saben ben bé cóm i de quina manera es deuria utilitzar per sempre aquest invent mil·lenari anomenat pólvora.

Així es, i per dir-ho d’una altra manera, esperem que algun dia tot allò que simbolitza la pólvora en les nostres festes puga fer desaparèixer definitivament el mal ús que es fa d’ella en altres parts del món. Sí, tal i com estaran pensant alguns de vostès, això és tota una utopia, però no em diran que no es un meravellós somni pel qual continuar lluitant.

Gaudim doncs de la festa, de la festa i l’harmonia que les nostres tradicions ens transmeten i on els focs d’artifici es conjuren per així poder celebrar uns intensos dies plens de joia i humanitat.

I per cert, “poble de Castelló... que comence la mascletà”!

MAGDALENA, FESTA PLENA!!!

sábado, 17 de marzo de 2012

PRÓLOGO DE "LA PLAYA DE REBECA"


Es curioso ver tu rostro en el espejo. A menudo pienso que siempre ha sido así, marcado por las cicatrices del tiempo, de los años vividos intentando encontrarte a ti mismo. Hubo un tiempo en el cual mi cabello era oscuro y mi alma limpia y pura, como el vestido de mi madre frente al altar. Con el paso del tiempo, mi cabello se fue volviendo de un delicado color blanco, mientras mi alma se fue oscureciendo por momentos.

A mis casi cincuenta años, he conseguido aclarar mi alma y teñir mi cabello con ese tinte que te devuelve a la vida, que te la hace beber a sorbos, paladearla y sentir su sabor, apreciando intensamente esos pequeños instantes que alguien te regala, y que quizá con veinte años no sabes apreciar. La historia que os voy a contar la viví hace un tiempo, cuando estaba inmerso en una de mis habituales crisis existenciales, en una época en la que no quería recordar lo vivido y en la cual aprendí a apreciar, paradójicamente, lo mucho y bueno de mi pasado, desterrando de mi memoria aquella sensación de soledad que nunca me había abandonado.

Como me aconsejó Rebeca en una ocasión, intento aliarme cada día con el tiempo, que sea mi amigo, que me cuente el secreto de cada edad, de cada época, y que cada minuto sea el primero de mi nueva vida. Hoy por hoy, intento recordar lo mejor de lo vivido, que no es poco, pero sobre todo, intento pensar en lo mucho que dentro de unos años tendré para recordar.

"LA REPÚBLICA DEPENDIENTE DE MAVISAJ"


Con motivo de la segunda edición de mi novela "La República dependiente de Mavisaj", esta es la introducción que realizó para la ocasión Francesc Colomer, doctor en filosofía.

INTRODUCCIÓN

por Francesc Colomer

La literatura es ficción, dicen, pero hay novelas que no nos lo parecen, porque crean realidades dolorosamente semejantes al mundo en que vivimos, historias que nos mueven a la reflexión, sacuden nuestras conciencias y nos hacen más sabios y más humanos. Situar la trama de un relato en un país imaginario, alejado en el tiempo o en el espacio, ha sido un recurso cultivado tradicionalmente por los escritores para abordar los problemas de su tiempo; desde la Utopía de Tomás Moro hasta Un mundo feliz de Aldous Huxley, pasando por Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift o 1984 de George Orwell.

Y en esta tradición se inscribe La república dependiente de Mavisaj. La muerte de un dirigente político y la investigación que se sigue nos introduce en la historia de un país imaginario, donde confluyen los grandes problemas que se le plantean al mundo actual en su deseo de construir sociedades democráticas y avanzadas.

La narración nos hace recordar la lucha histórica de las colonias para independizarse de sus metrópolis, pero también las nuevas formas de imperialismo y las dificultades que deben superar los países para no depender de poderes económicos o grandes multinacionales no sujetas a la voluntad de los ciudadanos.

La lectura nos mueve a la indignación ante el uso de la violencia como instrumento de control de la población: la violencia institucional que utiliza la tortura como mecanismo represivo, pero también las coacciones, atropellos e incluso asesinatos cometidos por delincuentes de guante blanco, que pagan a sicarios para doblegar a los ciudadanos que, en uso de sus derechos, no se pliegan ante los intereses económicos de algunos poderosos.

Nos permite reflexionar sobre el papel de las multinacionales y de las grandes empresas en la explotación de las riquezas de un país. Porque pueden ser una fuente inestimable de inversiones que aporten riqueza y contribuyan a mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos, pero también, si no hay mecanismos de control eficaces, pueden agotar sus recursos beneficiando únicamente a una oligarquía privilegiada y aumentando las desigualdades sociales. Desigualdades y contrastes injustos todavía presentes en nuestro mundo desarrollado, como lo son en la capital del imperio del mundo de Mavisaj, donde la riqueza y magnificencia de unas zonas contrastaba con la miseria y la desolación de los suburbios; una descripción que nos recuerda situaciones cercanas, lamentablemente, demasiado reales.

Éstos y muchos otros temas del libro nos incitan a la reflexión: la violencia de género, el horror de la guerra, los paraísos fiscales, las relaciones y connivencias entre el poder político, económico y militar, la corrupción... Ante todos ellos, sólo hay una respuesta posible: la voluntad de construir, entre todos, un mundo más justo. Una sociedad donde sea posible una vida honesta, donde las leyes sean el resultado de la voluntad civilizada de convivir respetando unas reglas de juego que han de ser iguales para todos, donde todos tengamos las mismas oportunidades.

Una sociedad resuelta a caminar sumando, cohesionando y compartiendo un sueño común de fraternidad y de progreso.

En suma, una democracia que dignifique a sus individuos y los convoque a conjurarse en defensa de los valores más nobles.

En otras palabras, la participación de todos en un relato colectivo que permita construir una sociedad mejor, basada en los valores de libertad, igualdad y justicia social, donde el compromiso político —el compromiso por la polis— sea el motor más potente en la lucha por un mundo más justo, siempre al servicio de la gente. Porque no podemos resignarnos ante un mundo perfectible que debe ser transformado. Porque, como decía el poeta Martí i Pol, «todo está por hacer y todo es posible».

Francesc Colomer Sánchez

Doctor en Filosofía,

ha sido en varias ocasiones Alcalde de Benicàssim

y diputado en las Cortes Valencianas.

sábado, 10 de marzo de 2012

FRAGMENTO DE "AÑO 2112. EL MUNDO DE GODAL"


CAPÍTULO XIII

El jurado

La escasa luz de aquella habitación hacía que sus rostros se difuminaran en la oscuridad de la noche como si sus almas quisieran mantenerse ajenas a la responsabilidad que les había tocado en suerte protagonizar. Debían decidir con su veredicto el porvenir de un ser humano, al margen de si su conducta había sido o no digna para la humanidad, puesto que sólo ellos representaban con su voto al resto del mundo. Doce mentes y doce almas capaces de decidir entre el bien y el mal, entre lo correcto y lo incorrecto. Era una labor que para algunos significaba un honor, mientras que para otros aquello se convertía, en cierto modo, en un castigo. Así era, un castigo, puesto que su interior no se veía con la fuerza capaz de juzgar a un semejante, por más que éste hubiese demostrado con sus actos haber sido un ser ruin y despreciable. Pero aun siendo así, ¿por qué debían pronunciarse respecto al bien o al mal, si no habían sido precisamente ellos los creadores de aquellas normas de moralidad? En cuanto al primero de los cargos, el de asesinato, existía unanimidad en el veredicto de culpabilidad, pero en referencia a los cargos morales de los que se acusaba al reo, alguno de los miembros del jurado se veía incapaz de hacer un juicio de valor. Aquel hombre, pensaban, aunque quizá de una forma equivocada, transmitía a través de sus escritos una extraña sensación de humanidad, unos destellos de bondad que quizá el fiscal no había detectado. Pero tan pronto pensaban esto, sabían también que dudar de la integridad moral del sistema suponía un riesgo de proporciones incalculables que muy probablemente no mereciese la pena provocar. ¿Quiénes eran ellos, en definitiva, para poner en duda las leyes y reglas de la Confederación? Y si tomaban tal riesgo, ¿qué iba a ser de su futuro? ¿Serían también acusados, al igual que el reo al que estaban juzgando, de insumisión y rebelión? Eran dudas patentes las que flotaban en la viciada atmósfera de aquella lúgubre habitación, en donde los miembros del jurado reflexionaban y se relajaban al final de cada sesión. Eran, por decirlo de alguna forma, pensamientos abstractos y secretos de unos cuantos, que chocaban frontalmente con las acusaciones ausentes de temor que la gran mayoría expresaba con respecto a la conducta inmoral y reprobable del acusado. En efecto, aquel jurado era un pequeño mundo de contradicciones, como todo en la vida, y en definitiva como todos los seres humanos. Los había reflexivos y caritativos, pero también impulsivos y vengativos. Incluso existían algunos con ansias de protagonismo y poder, en contraste con aquéllos que simplemente ansiaban una existencia tranquila y sin complicaciones. Era un submundo en el que se decidía el pequeño mundo de otro ser humano, y en donde el bien y el mal estaban presentes como en cualquier rincón de nuestra existencia. Todo, absolutamente todo, se reproducía en las mentes de aquellos doce hombres y mujeres que habían adquirido la responsabilidad de juzgar sobre la moralidad del bien y del mal, aunque estos dos conceptos, en el fondo, permaneciesen instalados en sus almas simplemente por el hecho de ser seres humanos. Iban pues, a debatir el destino, el destino moral de un hombre que al igual que ellos, se debatía entre lo correcto e incorrecto de sus pensamientos.

ARTICLE "UNA FESTA CADA VEGADA MÉS DE TOTS"


Aquest article el vaig realitzar per a "El Llibret" de la Gaiata 12 (Forn del Pla), en les festes de "La Magdalena" del any 2012:

UNA FESTA CADA VEGADA MÉS DE TOTS

Hi ha ocasions en les que un recorda alguns moments del passat amb certa nostàlgia. Dic això perquè encara recorde quan, amb poc més de vint anys, tornava al meu benvolgut Castelló com a conseqüència d’un d’aquells esporàdics permisos que ens donaven quan estàvem complint el servei militar. I recorde encara amb més nostàlgia aquell instant en el qual entrava al meu barri, al Raval, i cóm en sentir parlar la gent en la meua pròpia llengua, el valencià, allò feia que tot el meu cos experimentés una sensació de plaer completament encisadora. Sí, quan aplegava en ple estiu al voltant de les nou de la nit observava, per damunt de tot, a les dones majors junts als seus nets prenent la fresca assegudes en una cadira treta al carrer per l’ocasió. Així és, aquella situació em reconfortava plenament ja que em donava a entendre que per fi havia arribat a casa.

Però tot allò ja no existeix. Han passat ja quasi trenta anys i ja no es veu pràcticament ningú assegut al carrer per xarrar amb els seus veïns, o simplement per prendre la fresca. No, eixes escenes del passat ja no existeixen avui en dia donat que el progrés ens ha portat un individualisme desmesurat on el caliu humà ha estat substituït per la fredor dels ordinadors, els DVD o la televisió via satèl·lit. I per desgràcia, al menys per a mi, tampoc es sent parlar a tanta gent en valencià, eixa llengua que em varen ensenyar els meus pares i que sempre ocuparà un primer lloc al meu cor.

De totes maneres, el que per unes coses el progrés ha fet que ens individualitzem en excés i perdem part de les nostres arrels, en altres coses eixe pas dels anys ens ha portat tot el contrari, al menys en alguns aspectes puntuals. I un d’aquets aspectes és la nostra pròpia festa, “la Magdalena”. Mai oblidaré aquelles primeres “Magdalenes” després de la mort de Franco, aquelles festes on els joves demanaven a crits unes festes populars, ja que com molts de vostès recordaran, les festes en els anys de la dictadura consistien en poc més que veure “el Pregó”, pujar a l’ermita i contemplar “el Pregó infantil” del dilluns pel matí. Això, i algun que altre castell de foc donat que eren debades, no com les actuacions que per poder gaudir d’elles et tenies que rascar la butxaca ja que pel carrer no hi havia res de res. Sí, encara recorde aquelles “Magdalenes” i per damunt de tot un dia en concret que, amb dotze anys i passejant junt als meus pares, vaig veure a un grup de joves portant una enorme “senyera” mentre ballaven i cantaven al ritme de un curiós eslògan: “volem un pet popular, volem una bufa popular” (supose que no fa falta explicar el significat metafòric i reivindicatiu d’aquesta frase).

Però com els deia fa un moment referint-me a l’altre tema, en este cas tot açò que els acabe de contar tampoc existeix ja donat que amb els anys “la Magdalena” s’ha convertit en una festa de tots i per a tots. Així es, avui en dia “la Magdalena” es una festa popular on la diversió es viu i es sent al carrer. Però no sols al centre de la ciutat, sinó també a cada barri i a cada racó del nostre municipi. Ja no hi ha que rascar-se la butxaca per acudir a una revetlla i menys encara per a gaudir dels nombrosos actes que es celebren en els diferents sectors del nostre Castelló, per a joia i satisfacció tant de xiquets com d’adults.

No, “la Magdalena” ja no és una festa elitista, sinó que s’ha convertit en una setmana on la joia i el agermanament es desborden a cada pas. Sí, ja no es una festa per a minories, sinó una màgica setmana reconeguda a nivell internacional i en la que la nostra ciutat oblida per uns dies eixe individualisme exacerbat en que s’ha convertit, en certa manera, la societat d’avui en dia. Un altra cosa, això es evident, és el tema de la nostra pròpia llengua, donat que com no li donem l’atenció que es mereix, doncs al cap i a la fi son les nostres arrels i la nostra pròpia identitat com a poble, finalment podem perdre una riquesa cultural i humana de incalculable valor.

Visca la Magdalena, i a viure la festa de tots al carrer!!!

sábado, 3 de marzo de 2012

ARTÍCULO "PASIÓN POR LA FIESTA Y LA PÓLVORA"


Artículo publicado en el periódico "Las Provincias". Este es el enlace:

FIRMA DE EJEMPLARES EN CASTELLÓN




El pasado miércoles 29 de febrero tuve el placer de firmar ejemplares de mis novelas publicadas a todos aquellos lectores interesados que se dieron cita en la Librería Babel de Castellón. Junto a mí estuvieron otros escritores y amigos de la asociación cultural AMART.

FRAGMENTO DE "AÑO 2112. EL MUNDO DE GODAL"


CAPÍTULO VIII

Imágenes del pasado: primavera de 2042

A pesar de que la Tierra se iba ahogando paulatinamente por la constante subida de las temperaturas y la desaparición del hielo Ártico, aquella primavera de 2042 parecía querer albergar una esperanza perdida ya para muchos. Después del frío invierno, las milagrosas lágrimas de los glaciares llenaron de vida valles y montañas otorgando a los cauces de los ríos el vigor y la belleza perdida por el letargo invernal. Verdes matas y flores de mil colores se arremolinaban junto a los sauces y abetos para volver a formar paisajes de ensueño, submundos capaces por sí solos de transmitir a las gentes que la vida siempre vuelve a renacer después de cada tempestad. En la primavera, los bosques se tiñen de un color especial en donde el verde esperanza se convierte en el rey de todos los colores, al tiempo que las delicadas fragancias de las flores nos devuelven aromas olvidados y escondidos por el largo invierno. Todo, absolutamente todo, vuelve a la vida, no sólo la naturaleza, sino también el hombre. Mientras las pilas de leña para mantener el calor del hogar se toman un merecido descanso, las gentes se despojan de sus gruesas prendas para que tan sólo los rayos del sol sean capaces de transmitirles el calor de la vida, un calor que ellos mismos transmiten al abandonar la soledad de sus moradas para mezclarse con ese calor humano que ofrece el encuentro entre los hombres. Así es, en la primavera no sólo sonríe la naturaleza, sino también las gentes, pues ese verde esperanza se convierte en una sorprendente y benévola “epidemia” en donde la humanidad muestra lo mejor de ella misma. Y mientras aquella primavera de 2042 parecía revivirlo todo, tres muchachos seguían empeñados en aprovechar su existencia y lo que la propia naturaleza les ofrecía de una forma generosa.

Inmersos en la primavera de sus vidas, los tres amigos continuaban tan unidos como antaño, como en aquella infancia ya casi olvidada en la que los miedos y esperanzas los habían unido de una forma inconsciente. Los años habían transcurrido benévolamente adornando su niñez y pubertad para convertirlas en algo placentero, en un periodo mágico en donde el descubrimiento de nuevas pasiones había enriquecido su todavía corta existencia. Con apenas veinte años y una juventud marcada tan sólo por gratas sensaciones, el grupo de tres pensaba que el mundo estaba a sus pies, y que la vida simplemente era un conglomerado de nuevas y sugerentes sensaciones con las que enriquecer sus inquietas almas. A esa edad, pensaban que casi todos los males del mundo se podían solucionar tan sólo con proponérselo, y en su caso, los tres creían que estaban suficientemente capacitados para conseguirlo. Así es, cada uno a su manera, estaba convencido de poder aportar su pequeño granito de arena para conseguir un mundo mejor. Pero de todos ellos, sin duda era Godal el más comprometido y combativo, aquél que creía por encima de todo en la bondad innata del hombre, tal y como expresó hacía siglos su admirado Rousseau. En efecto, con veinte años recién cumplidos, Godal había asumido, en cierto modo, que el hombre era bueno por naturaleza, y que tan sólo era la sociedad la que podía llegar a corromperlo. Abogaba por construir una nueva sociedad que no se basara en la exaltación del individualismo, comunidades capaces de hacer de la solidaridad su bandera y estandarte. En definitiva, y sin lugar a dudas, Godal era el más soñador…

NOTICIAS EN PRENSA SOBRE EL ENCUENTRO LITERARIO DE EXTREMADURA


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ARTÍCULO "BUTÁN, EL PAÍS DE LA FELICIDAD INTERIOR BRUTA"


Artículo publicado en Bottup. Para leerlo deberéis entrar en este enlace: