Pablo, abogado
laboralista de profesión y casado felizmente con una rica heredera
perteneciente a la elitista sociedad de aquella época, entra en coma a finales
de 1977 como consecuencia de un atentado terrorista. Despertará cuarenta años después,
ya muy lejos en el tiempo de aquel complicado y convulso proceso de transición
a la democracia que la sociedad española vivió en vilo por las constantes
amenazas de regresión política.
Una vez recuperada la
consciencia deberá asimilar, ayudado por sus familiares, no solo los numerosos
cambios políticos y sociales acaecidos durante esas cuatro décadas, sino
también todos los sorprendentes avances tecnológicos que, en cierto modo,
parecían de ciencia ficción en la década de los 70 del pasado siglo.
Leyes como la del
divorcio, la del aborto o la del matrimonio homosexual le sorprenderán no menos
que esos avances que, a día de hoy, nos resultan ya tan familiares como la
telefonía móvil, internet o el tren de alta velocidad.
Y todo ello deberá
asimilarlo y superarlo sabiendo que, aunque los médicos todavía no han
encontrado una explicación, su cuerpo despertará “intacto” a pesar de las
décadas transcurridas. Sí, deberá asumir igualmente la paradoja de que,
mientras sus hijos ya superan los cincuenta años, él todavía conserva, de
alguna manera, la lozanía de los cuarenta.
Su “despertar”, sin duda,
no dejará indiferente a nadie.
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