viernes, 30 de diciembre de 2011
jueves, 29 de diciembre de 2011
OTRA RESEÑA DE "LA PLAYA DE REBECA"
jueves, 22 de diciembre de 2011
ARTÍCULO: "LAS NAVIDADES DE LOS MENOS FAVORECIDOS"
miércoles, 14 de diciembre de 2011
FRAGMENTO DE "LA REPÚBLICA DEPENDIENTE DE MAVISAJ"
Este nuevo fragmento corresponde al cuarto capítulo:
CAPÍTULO 4
El pequeño Pierre
Aquella conversación quedó grabada para siempre en la mente de Pierre. No, su padre jamás le contó que…
NUEVA RESEÑA DE "LA PLAYA DE REBECA"
jueves, 24 de noviembre de 2011
NUEVA RESEÑA DE "LA REPÚBLICA DEPENDIENTE DE MAVISAJ"
domingo, 20 de noviembre de 2011
ARTÍCULO "LA LITERATURA DE CRÍTICA SOCIAL"
ENCUENTRO EN EL IES PENYAGOLOSA
ARTÍCULO - ENTREVISTA TITULADO "¿QUÉ IMPORTANCIA TIENEN HOY EN DÍA LAS ONG?"
FRAGMENTO DE "LA REPÚBLICA DEPENDIENTE DE MAVISAJ"
Este nuevo fragmento al segundo capítulo titulado "La isla de Katerauac (el mundo)":
Sus muros no tienen techos, y las aberturas de sus paredes nunca están obstruidas por ninguna puerta, puesto que para el gran señor nunca ha de haber secretos que ocultar. Las gentes de Mavisaj eran abiertas, como sus templos, sin nada que esconder, pues sus únicas pretensiones eran pasar por esta vida preparándose para un honor más alto, que no era otro que la unión espiritual con el Ser Supremo cuando sus días terrenales llegasen a su fin. Fue quizá por ese motivo, por lo que hasta hace tan sólo treinta años siempre estuvieron a merced de una gran potencia colonial. Desde tiempos inmemoriales, sus ricas y fértiles tierras han sido codiciadas por todo tipo de visitantes, los cuales, no satisfechos con las rentables transacciones comerciales que solían realizar, acababan finalmente oprimiéndola y sometiendo a la población a su caprichosa voluntad. Si tentador era someter a estas gentes, sólo por el hecho de oponer poca resistencia debido a su forma espiritual de comportarse, no lo era menos el explotarla debido a la gran riqueza que sus tierras escondían. Pero quizá «esconder» no sea la palabra adecuada, pues su suntuosidad y hermosura se atisba tanto desde la propia tierra, como del lejano mar. Cuando bordeas la costa, su majestuosidad y abundancia de frutos tropicales te saludan desde la orilla, atrayéndote hacia ella como preciosas sirenas en mitad de un inmenso mar. Si evidentemente caes en la tentación de desembarcar en sus playas, tus sentidos ya no te dejarán volver atrás. A cada paso, cuando te adentras en su frondosa espesura, la naturaleza te va sorprendiendo a cada instante. Pájaros de mil colores, árboles y plantas con todo tipo de manjares, e infinidad de agua con la que satisfacer todas tus pretensiones. El paisaje te embriaga y sigues caminando, no das un paso atrás, puesto que tus ojos están ávidos de nuevas sensaciones y riquezas. Machete en mano si es preciso, vas ganando tu duelo particular con la montaña que vas escalando, regocijándote con lo conseguido, y soñando con lo que vas a descubrir. Cuando por fin llegas a su cúspide, el paisaje te corta la respiración. Una inmensidad de valles y laderas montañosas esculpidas con miles de terrazas de un verde espectacular invaden tus ojos. Son los arrozales, los cuales parecen haber sido hechos por un ser superior, pues su belleza es inigualable. El agua de lluvia lo invade todo, y sonoros riachuelos campan a sus anchas haciéndoles guiños a las verdes matas, a las que acarician y dan vida. Tus ojos y tus piernas son incapaces de atisbar el final de dicho paraíso, pues detrás de una ladera sigue otra, y con cada valle vuelve a nacer otra montaña. Sólo tras varias jornadas castigando tus extremidades, pero regocijando tus pupilas, das con él, con el señor de la isla, con aquél que hace miles de años creó tanta belleza al arrojar desde sus entrañas el sedimento volcánico que cubre la totalidad de Mavisaj. Katerauac, así es como le llaman los nativos desde tiempos ancestrales.
lunes, 14 de noviembre de 2011
RESEÑA SOBRE "AÑO 2112. EL MUNDO DE GODAL"
lunes, 7 de noviembre de 2011
RESEÑA SOBRE "LA PLAYA DE REBECA"
FRAGMENTO DE "LA REPÚBLICA DEPENDIENTE DE MAVISAJ"
Este fragmento pertenece al capítulo uno titulado, paradójicamente, "El final". Como no es muy extenso, aquí lo tenéis íntegramente:
CAPÍTULO 1 El final
Sólo habían pasado un par de horas cuando Jhon Rodríguez entró en la suite. El ir y venir de los inspectores de policía se mezclaba con el murmullo de los periodistas que se arremolinaban en la puerta. Ajeno a todo esto, el cuerpo inmóvil y con el cráneo destrozado de Pierre Lemerre descansaba sobre la silla del escritorio, goteando todavía la sangre, que horas antes corría por las venas del vicepresidente de la República Independiente de Mavisaj.
ENTREVISTA EN BLOG LITERARIO.
martes, 1 de noviembre de 2011
"LA REPÚBLICA DEPENDIENTE DE MAVISAJ"
Primera frase, dedicatoria y pequeño prólogo en forma de cuento que encabezan esta novela:
Si los cuentos fuesen realidad, alguien
conspiraría para asesinar a la fantasía.
Para todos los «no cuerdos» de este
mundo, puesto que todavía son capaces
de creer, pero sobre todo soñar, con la
felicidad compartida.
Una vez érase, un Mundo que no era «mundo», pues su fiel compañera la Felicidad, murió víctima del rencor y la tiranía, de la injusticia y la maldad. Así, aquel Mundo se sumió de repente en una cruel desesperanza en la que nada ni nadie quiso ayudarle, y poco a poco empezó a morir también. La Vida quiso ir en su rescate, pero la Indiferencia y la Envidia se lo impidieron. Fueron meses, quizá años, de oscuridad y de miseria, de sinsabores y sinrazón. Pero de repente apareció él, el Equilibrio, tendiéndole una mano y aconsejándole a seguir luchando, aliándose con un nuevo personaje, el Optimismo, el cual no estaba hecho como los demás, ya que éste vivía en un paraíso de fantasía y felicidad. Y fue entonces cuando el Mundo comprendió que la Felicidad no había muerto, pues aunque fuera sólo en la mente de un «no cuerdo», como era el caso del Optimismo, ésta seguiría existiendo mientras el «mundo» fuese Mundo. Sí, fue en ese preciso momento cuando dicho Mundo decidió agradecer al Equilibrio su ayuda, no dejándose morir e intentando vivir en el único «mundo» que él podía entender, procurando empezar cada día con un «érase una vez», y no con un «una vez érase», tal y como muchos de los personajes que en él mismo vivían, habían pretendido abocarlo.
Pierre Lemerre no supo escucharlo, o más bien no le dejaron, por eso no fue el mundo el que lo mató, sino los crueles y despiadados personajes que en él viven.
viernes, 28 de octubre de 2011
ARTÍCULO "¿QUÉ SENTIMOS AL LEER... Y AL ESCRIBIR?"
FRAGMENTO DE "LA PLAYA DE REBECA"
Este fragmento pertenece al capítulo VIII titulado "La esperanza de un mundo mejor":
Estaba serena, aliviada como ella misma había dicho, como si todo aquel mal trago le hubiese dado fuerzas renovadas, como si al fin su mundo empezase a estabilizarse y a reencontrar la serenidad perdida. La tarde llegaba a su fin, y no pude reprimir mis deseos de ver aquel nuevo atardecer en la playa. Un atardecer diferente para los dos, lleno de vitalidad y esperanza. Salimos de la casa con una amplia sonrisa en nuestros rostros, sintiendo la calidez de la tarde en todo nuestro ser. La tenue luz del atardecer prolongaba desmesuradamente nuestras sombras, mientras ella contaba minuciosamente con su mirada cada uno de sus pasos, abstraída en el tiempo, como esperando encontrar la salida tras las huellas dejadas sobre la arena. Tras el ocaso del sol, la luna y el mar se hermanaron en un frenético intento de mostrar su belleza. La luna llena derramaba su luz sobre aquel mar transparente y limpio, como invitándonos a abrazarnos a él, a sentir la calidez de su tacto sobre nuestros cuerpos. Sin decirnos nada, como si de una orden recibida se tratara, empezamos a desnudarnos lentamente, con la mirada fija en el horizonte, embobados por aquel hermoso resplandor que la luna producía sobre aquellas aguas de color cristal. Nuestros cuerpos se mezclaron con aquel líquido que destilaba frescura, transformando la calurosa noche en un mar de sensaciones. Nuestros chapoteos rebosaban en alegría y despreocupación, haciendo de aquellos momentos, algo mágico. No tardamos en salir, pero siempre recordaré aquella imagen de Rebeca de camino hacia la orilla. La contemplé en silencio, observando aquella brisa suave que rozaba su cuerpo, como si el cielo acariciase su piel y el viento no se atreviese a tocarla. Tenía la piel mojada, y las gotas se deslizaban suavemente a través de sus delicadas curvas. Estaba hermosa, más hermosa que nunca. Mientras ocultábamos nuestra desnudez bajo un par de toallas, Rebeca me sorprendió con una pregunta.
—¿Te has fijado en la luz del mar?
—Querrás decir en la luz de la luna —le respondí.
—No, me refiero a la luz del mar. Hoy está contento, porque la luna llena le transmite su energía. El mar es como nosotros, viene y va, se enfurece y se tranquiliza, y es totalmente dependiente de lo que le rodea. Su corazón palpita como el nuestro, y si se deprime, va descendiendo a esas profundidades cada vez más oscuras que lo aíslan y lo marginan. Pero esta noche no, esta noche la está saludando a ella, a la luna, a esa amante fiel y caprichosa que lo ilumina y le da vida. Esa amante apasionada que se hace esperar, que nunca cansa, y que promete volver una y otra vez mientras creamos en ella.
—Entonces, ¿son amantes el mar y la luna?
—Siempre lo han sido. Acaso, ¿por qué crees que la marea sube por la noche?
sábado, 22 de octubre de 2011
FRAGMENTO DE "LA PLAYA DE REBECA"
Este fragmento pertenece al capítulo titulado "La utopía de la igualdad":
Nos recostamos en el sofá, dando libertad a nuestras manos para acariciarse, mientras mi mente dejó todos aquellos pensamientos que me corroían para centrarse en aquel nuevo mar que iba a invadir nuestras mentes durante unas cuantas horas. Le indiqué que aquel mar era cálido, como muchos otros que había visitado, pero que éste llevaba tatuado en su historia todas aquellas andanzas de piratas y bucaneros que despertaron nuestra imaginación con apenas diez años. Sí, le iba a hablar del mar Caribe, del mar de los sueños, de los paraísos perdidos que se venden al precio de dos por uno en las agencias de viajes de cualquier ciudad europea. Ese mar en el que los sueños deben hacerse realidad, y en el que su indiscutible belleza natural se ha de fundir con la felicidad de los que allí viven. Quizá sea esto lo que nos quieran vender, sabiendo de antemano que sus paisajes no nos defraudarán, y dando por hecho que nuestro interés hacia sus gentes no irá más allá de un simple comentario con el camarero que nos sirve los daiquiris. Pero la realidad, como siempre, es otra. De todas formas, primero le hablé de todo lo bello, de sus increíbles playas atestadas de cocoteros, de sus ciudades coloniales llenas de vida y del carácter abierto y alegre de sus gentes, a pesar de todas las penurias por las que han de pasar.
ARTÍCULO "¿QUÉ TIPO DE INFORMATIVOS TELEVISIVOS TENEMOS?"
FRAGMENTO DE "LA PLAYA DE REBECA"
Este fragmento pertenece al capítulo titulado "¿La ira de Dios o de los hombres?":
Desperté sobresaltado, como esperando lo que mis ojos me estaban diciendo. Rebeca no estaba. Por un instante pensé que todo había sido un sueño, esa necesidad de mi subconsciente de crear algo bello, algo puro y limpio que me hiciese reconciliar con el mundo. Pero mis oídos me rescataron de mi pesar. Fueron ellos los que le indicaron a mis ojos que se volviesen al escuchar el sonido de un balancín en el salón. La puerta del dormitorio estaba entreabierta, y fue a través de ese escaso espacio por el que vi que era Rebeca la que provocaba aquel «maravilloso chirrido». Estaba sentada en la mecedora, frente a la ventana, observando el nuevo día con una expresión relajada en su rostro. Su cuerpo seguía desnudo, majestuoso, como formando parte de ese maravilloso día que acababa de empezar. No quise levantarme. Era todo perfecto, armonioso, lleno de luz, y simplemente me dediqué a observarla, a saborear el momento, esos contados momentos que siempre formarán parte de ti, y que justifican tu existencia en las situaciones amargas. Debí relajarme tanto que cuando mis ojos se volvieron a abrir, Rebeca ya no estaba. No importaba, la nota sobre la almohada que había dejado me reconfortaba; me tranquilizaba el saber que me esperaba esa noche allí, en la playa, como siempre, como venía siendo costumbre, EL MAR, REBECA Y YO.
El repicar de la puerta me devolvió a la realidad, esa realidad cotidiana que tan solo sirve de nexo con lo esperado, pero que no por ello quería desaprovechar. Recuerdo sus palabras al decirme que hiciese del tiempo mi aliado, que lo aprovechase, que aprendiese a convertir en positiva cualquier situación, y que sólo así conseguiría «elevar mi alma».
domingo, 16 de octubre de 2011
COMENTARIO EN BLOG LITERARIO SOBRE MI OBRA
sábado, 8 de octubre de 2011
FRAGMENTOS DE "LA PLAYA DE REBECA"
Estos dos nuevos fragmentos pertenecen al tercer capítulo titulado "El mundo por patria".
El despertar de aquella mañana volvió a ser placentero. Parecía como si algo dentro de mí me invitara a recomponer mis pedazos rotos, a pensar por momentos que todavía había tiempo, que no todo estaba perdido, y que todavía tenía intacta la ilusión de la esperanza. Recordando las palabras de Rebeca de que intentara aliarme con mi tiempo, salté de la cama por inercia, sin saber todavía qué hacer, pero sabiendo que debía salir de aquel refugio y observar todo lo que me rodeaba.
Sin rumbo fijo, empecé a caminar hacia el pueblo, oliendo la brisa de la mañana y admirando aquellos prados verdes humedecidos por el rocío del alba. Toqué las piedras de aquellas primeras casas del pueblo, como si su vejez tuviera que transmitirme sabiduría. Pisé con ansia aquellas callejuelas con sus adoquines despedazados por el tiempo, y sin darme cuenta, me paré delante de una portezuela entreabierta, en la que en su interior se adivinaba un desorden de sillas y mesas recién limpiadas. Intuí una voz desde su interior que me invitaba a entrar, y así lo hice.
—Buenos días, soy Séneca, el tabernero. Usted debe de ser el forastero que se ha instalado en una de las casas de la playa, ¿no es así?
—Así es. Me llamo Juan, y espero no importunarle a estas horas.
El tabernero me miró extrañado y soltó una carcajada que retumbó en mis oídos.
—Sepa usted que hace ya un par de horas por lo menos que empecé a servir las primeras copas de aguardiente. Aquí la gente se acuesta pronto y se levanta con el sol. Es lo que han hecho siempre y no creo que a estas alturas tengan ya ganas de cambiar.
—Discúlpeme, supongo que la vida aquí es muy diferente a la de la ciudad.
—Pues si quiere que le sea sincero, eso es lo que dice mucha gente, pero yo, a mis años, no tengo ningunas ganas de averiguarlo. Ésta ha sido mi vida durante setenta años, y a mi edad, ya no tengo ganas de experimentar como ustedes, los jóvenes.
—Bueno, no tan joven, hace varios años que cumplí los cuarenta.
—¿Usted? Un chaval, hombre; se lo digo yo.
—Gracias, oír eso le alegra el día a uno. Por cierto, ¿tiene algo que ver su nombre con el famoso Séneca de Córdoba?
—Pues claro hombre. Mi padre fue un gran admirador de la civilización romana, y no es que mi padre fuese un hombre muy culto, pero siempre decía que le ayudaría más leer un libro de historia, que pasarse las tardes jugando al tute.
Al oír el chirriar de la puerta a mi espalda, giré la cabeza y observé la silueta de un hombre corpulento, de unos veintitantos años, con un semblante serio y que con las manos levantadas se volvió hacia mí.
Segundo fragmento:
(Juan hablando con Rebeca)
—Acababan de vivir una guerra, una de esas guerras incomprensibles si la analizas de una forma precipitada, pero comprensible, que no justificable, si analizas todos sus pormenores. Aquella gente había visto cómo sin apenas darse cuenta, amigos y vecinos empezaron a odiarse por justificar el amor a una patria. ¿Y qué es la patria? ¿Qué puede justificar que alguien mate por ella? Porque los que realmente iniciaron el conflicto amaban más al poder y al dinero, que por cierto siempre es un «actor» presente en estas cuestiones, que a su propia patria. Las gentes eran iguales, no podías apreciar ninguna diferencia viendo sus rasgos, dejando claro que tampoco hubiese habido ninguna justificación si hubiesen sido de razas diferentes. Pero es que ni eso los separaba. Y entonces, ¿qué pasó? Sencillamente que alguien encendió la llama del odio, ese sentimiento de ego desproporcionado de que su cultura y costumbres son mejores a las demás. Pero no contentos con esto, desprecian la individualidad y la forma de ser del que tienen al lado, pero no porque sea mala o les haga algún daño, sino porque es diferente. Las personas no nos conformamos en ser como somos, queremos que los demás se parezcan a nosotros, que estén bajo nuestro control. Posiblemente sea un problema de inseguridad en nosotros mismos, de pensar que el otro nos hará daño por no ser como nosotros; y éste es el caldo de cultivo para los de siempre, ese pequeño grupo de «privilegiados» que tienen el poder, y utiliza todo lo que está a su alcance para explotar la situación en su propio beneficio. Somos cien por cien manipulables como sociedad. Recuerdo cómo en algunos regímenes totalitarios, e incluso «aparentemente» democráticos, se utilizaba a agitadores para reventar manifestaciones que iban en contra del poder establecido, con el fin evidente de mostrar al mundo que aquéllos que protestaban eran todos unos delincuentes. Era el mismo gobierno el que colocaba en puestos estratégicos a gente pagada por él para crear disturbios. Y en la mayoría de las ocasiones, de cara a la opinión pública, les solía salir bien. Como he dicho, somos totalmente manipulables, y dominar los medios de comunicación es dominar el mundo. No en vano, estamos en la era de las comunicaciones.
ARTÍCULO "¿QUIÉN SALE BENEFICIADO SI DE MOMENTO SIGUE EL PARO Y LA PRECARIEDAD?"
FRAGMENTOS DE "LA PLAYA DE REBECA"
Estos dos fragmentos pertenecen al capitulo titulado "El ser humano".
El día no era diferente a los anteriores. Era yo, que por alguna extraña razón, me sentía lleno de vitalidad y energía. Es curioso de qué forma estamos sometidos a nuestra mente. Es ella, y sólo ella, la que decide llenarnos de vida o de miseria. En realidad no tenía ningún motivo especial para sentirme mejor, pero quizá mis sueños fueran los «culpables» de esa agradable sensación. Llené mi día leyendo y observando aquellas nubes quietas que habían decidido pasar las horas conmigo.
Me alegré de que empezase a anochecer, y quizá fuese ese el motivo de que mi despertar fuese diferente, ya que sólo pensaba en la charla que me esperaba aquella noche. Nada espectacular, ni divertido, ni apasionado, simplemente una conversación con alguien diferente, alguien que parecía entender mis palabras y estaba dispuesta a escucharlas. Alguien, en una palabra, que me transmitía serenidad.
Segundo fragmento:
Me explicaron que las columnas del Partenón no son completamente simétricas, y que ello no se debía a un error de cálculo, sino a una pretensión de asemejarse a la naturaleza, a resaltar lo bello de nuestra realidad, y a no pretender llegar a esa perfección imposible que nos asemeje a un dios, sino a intentar que los dioses acepten nuestra naturaleza como humanos y traten así de ayudarnos para resaltar nuestras virtudes. La sociedad griega se basaba en el hombre y en su deseo de organizar el caos por el bien común. Perikles nos enseñó hace miles de años que los dirigentes han de vivir por y para el pueblo. Su democracia de hace miles de años quedó en el olvido durante siglos por esa falta de una conciencia colectiva de bienestar. Grecia nos enseñó las virtudes del hombre, pero no se «defendió» de sus maldades. El hombre es individualista y egoísta por naturaleza, pero no por maldad, sino por supervivencia. El problema viene cuando no se controla ese egoísmo, ese deseo de ser más que el otro, sin querer entender que el resto del mundo necesita lo mismo que nosotros. Llegar a ese equilibrio es lo que intentó Perikles, pero quizá pecó de benevolencia.
COMENTARIO LITERARIO SOBRE "LA REPÚBLICA DEPENDIENTE DE MAVISAJ"
sábado, 24 de septiembre de 2011
"LA PLAYA DE REBECA"
Pequeño fragmento del primer capítulo titulado "Una playa solitaria de un tiempo pasado":
Dejamos de hablar por un momento y empezamos a caminar rompiendo las olas a nuestros pies. Me sentí bien. Es como si hubiese encontrado por un momento una palmera perdida en medio del desierto, pensando que debía de haber no muy lejos una fuente de agua, de vida. Seguimos andando un buen rato, sin hablar, sin mirarnos, simplemente sintiendo ese calor extraño que supone el no sentirse solo. Y sin más, nos despedimos.
Me desperté relajado, tranquilo, con la sensación de que debía de haber soñado con algo maravilloso, o simplemente con algo que no me producía sufrimiento. Es curioso cómo nuestra mente nos hace mantener el equilibrio en momentos de crisis. A menudo pienso que el subconsciente, en momentos delicados, hace eso que nosotros somos incapaces de hacer la mayoría de las veces, es decir, mantener el equilibrio.
Dejé pasar las horas con desvergüenza, como vengándome de la frase «el tiempo es oro», regodeándome con esa sensación de alivio que supone el ir contra las normas, sobre todo de esas normas crueles y miserables que crean cuatro individuos «superiores» , para así someter a una masa aborregada en interés de ellos mismos.
Esa insignificante sensación es la que me mantuvo sereno durante todo el día, porque la pura y dura realidad es que no me sentía con ánimo de hacer ninguna otra cosa. Instintivamente dejé pasar las horas con la esperanza de que cuando volviera a la playa al anochecer, me encontrara otra vez con Rebeca, que así es como me dijo que se llamaba, antes de despedirnos la noche anterior.
ARTÍCULO "EL MAQUILLAJE MEDIÁTICO DE ISRAEL"
domingo, 18 de septiembre de 2011
Prólogo de "LA PLAYA DE REBECA"
Es curioso ver tu rostro en el espejo. A menudo pienso que siempre ha sido así, marcado por las cicatrices del tiempo, de los años vividos intentando encontrarte a ti mismo. Hubo un tiempo en el cual mi cabello era oscuro y mi alma limpia y pura, como el vestido de mi madre frente al altar. Con el paso del tiempo, mi cabello se fue volviendo de un delicado color blanco, mientras mi alma se fue oscureciendo por momentos.
A mis casi cincuenta años, he conseguido aclarar mi alma y teñir mi cabello con ese tinte que te devuelve a la vida, que te la hace beber a sorbos, paladearla y sentir su sabor, apreciando intensamente esos pequeños instantes que alguien te regala, y que quizá con veinte años no sabes apreciar. La historia que os voy a contar la viví hace un tiempo, cuando estaba inmerso en una de mis habituales crisis existenciales, en una época en la que no quería recordar lo vivido y en la cual aprendí a apreciar, paradójicamente, lo mucho y bueno de mi pasado, desterrando de mi memoria aquella sensación de soledad que nunca me había abandonado.
Como me aconsejó Rebeca en una ocasión, intento aliarme cada día con el tiempo, que sea mi amigo, que me cuente el secreto de cada edad, de cada época, y que cada minuto sea el primero de mi nueva vida. Hoy por hoy, intento recordar lo mejor de lo vivido, que no es poco, pero sobre todo, intento pensar en lo mucho que dentro de unos años tendré para recordar.
martes, 13 de septiembre de 2011
ARTÍCULO "ZANZÍBAR, UN PARAÍSO INMERSO EN LA NECESIDAD"
ARTÍCULO "DE MADRID AL CIELO, PASANDO POR LA CAÑADA REAL"
NOTICIAS SOBRE LA PRESENTACIÓN LITERARIA EN LA RIOJA
lunes, 22 de agosto de 2011
PRESENTACIÓN LITERARIA EN LA RIOJA
El pasado viernes 19 de agosto presenté en la localidad riojana de Aldeanueva de Ebro mis tres novelas junto a mi amigo Fernando Pérez Sanjuán, reconocido pintor y escultor, y ahora también escritor.